martes, 8 de febrero de 2011

The Authority: The Lost Year, de Grant Morrison y Keith Giffen

Diciembre de 2006 fue la fecha para el lanzamiento del nuevo volumen de The Authority, serie que, la verdad, desde que terminó la etapa de Millar no había llamado mucho la atención. Grant Morrison es el encargado de relanzar la franquicia pero, al final, la cosa salió rana. Si bien en los 12 números de este volumen, que luego se terminó llamando “The Lost Year” (en teoría los dos primeros números no son parte de este año perdido, pero bueno...), el escocés figura como autor, sólo en los dos primeros números es el verdadero artífice del cómic, mientras que el resto de los números comparte créditos con el polifacético y, algo mediocre, Keith Giffen, en lo que sospecho que es un trabajo del segundo sobre ideas del calvo de Glasgow. En mi opinión, la cosa tiene mimbres para algo muy interesante, pero nunca termina de cuajar del todo. Estructuralmente tenemos los clásicos arcos de 4 números que nos presentan amenazas desproporcionadas, y la cosa empieza con lo que, en un principio, se podría resumir como “The Authority visita el mundo real”... pero luego esa estructura se flexibiliza bastante, por decirlo de algún modo. Como digo, es un cómic en el que las ideas son lo más interesante pero que peca de expositivo y quizá, en una colección de esta naturaleza, el lector se aproxima con ganas de algo más. De todos modos, en mi opinión, lo peor es lo desaprovechado de la oportunidad y, al final, casi todo este viaje del grupo por universos paralelos y encuentros con versiones alternativas, termina no llegando a interesar, especialmente porque los conceptos terminan no evolucionando y pareciéndose a lo mismo siempre, a enfrentarse a una versión diferente de ellos mismos y ya.

Primero, Morrison no se ocupó de la colección enteramente y, sin duda, pierde por ese lado. Ahora mismo, según escribo, desconozco si se marchó porque no tenía tiempo para la colección o fue apartado (sospecho que empezó a dedicarse a Batman o 52 y en DC prefirieron que dejara Wildstorm en un segundo plano: lean por aquí lo que pasó, que fue un desastre, pero más o menos no andaba yo muy desviado), pero al final, lo mismo da, porque el autor sin duda tiene gran cantidad de ideas interesantes pero la diferencia es notable si él no es el que las desarrolla. Giffen es un tipo que tiene sus proyectos personales más queridos pero también uno que hace lo que le mandan y, vaya, para eso sí es bastante versátil, pero el hacer un poco de todo y nada especialmente bien, para mí siempre ha sido su sello. A parte de su trabajo, una vez más acompañado (por DeMatteis, esta vez, quien se le vuelve a unir en la colección que nos ocupa a partir del número ocho), en la Liga de la Justicia, algunas cosas divertidas y su gran labor como dibujante de los bocetos de todos los números de 52 (algo que proporcionó una coherencia narrativa y visual a la obra clave), nunca le he visto como un gran autor, y aquí no es menos, aunque da lo mejor para desarrollar algunos de los conceptos que le dejan… pero no lo termina de conseguir.


Otro de los problemas de la colección, es el dibujo. Gene Ha empezó junto con Morrison pero duró a bordo los mismos números que Grant como autor completo, dos (un gran dibujante, en mi opinión y que, si hubiera durado, la cosa habría tenido mejor pinta) y, a partir de ahí, el baile de dibujantes es continuo y, francamente, de todo menos coherente, con trabajos desiguales, estilos que no encajan y, sobre todo, estilos que son muy diferentes entre sí, lo cual creo que es una de las claves del fracaso. Darick Robertson, Jonathan Wayshak, Brian Steelfreeze, David Williams, J.J. Kirby, Brandon Badeaux, Jerry Ordaway… la mayoría desconocidos o no muy interesantes que digamos, aunque hay de todo y quizá ése sea el problema. Por ejemplo, si el mismo Badeaux hubiera sido el dibujante, la serie hubiera estado mejor, porque creo que hace un buen trabajo (aunque confuso a veces), pero no es así. Así que, el resultado hace que el conjunto baje su calidad más. Sí, para mí el guión es lo más importante, pero no creo que se pueda olvidar que el cómic es visual y un dibujo atractivo, bien narrado y que permanece a lo largo de los números, otorga al cómic el punto necesario para hacerlo grande.

En conclusión, es sin duda una etapa oscura de la colección. 12 números, un año perdido en el que el grupo intenta volver a casa mientras el transporte va a haciendo paradas por diferentes universos paralelos en los que los personajes se enfrentan a diferentes mundos y versiones de sí mismos. El resultado es desigual, con un puñado de buenas ideas pero que termina degenerando bastante en algo muy común salpicado con buenos detalles, visualmente incoherente y muchas veces fuera de contexto, y que al final queda lejos de lo que, creo yo, podría haber sido, por lo que no es que sea un año perdido, pero casi.

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